martes, 11 de junio de 2013

ESTRATEGIAS PARA REDUCIR EL RIESGO DE ABUSO SEXUAL INFANTIL



Por Maurice Belote, Coordinador de Proyecto, Servicios de Sordo ceguera de California
Reimpreso con la autorización de publicación cuatrimestral de los Servicios de Sordo ceguera de California
La incidencia de abuso sexual entre las personas con discapacidades es asombrosamente alta y, sin embargo, la prevención de dicho tipo de abuso rara vez se atiende en los programas escolares para estas personas. Enseñar a niños que tienen múltiples discapacidades incluyendo sordo ceguera, requiere con frecuencia creatividad, así como la capacidad de adaptar y de modificar materiales y programas existentes. Al enseñar la prevención de abusos, podría ser inadecuado seguir simplemente los mismos objetivos educativos utilizados con los niños sin discapacidades —no hablar con extraños, alejarse y contárselo a una persona de confianza si alguien está tratando de lastimarte, etc. Para un niño sordociego, la intervención tendrá que abarcar muchos dominios curriculares, incluyendo las áreas de comunicación, de auto ayuda y habilidades de socialización. Las estrategias siguientes pueden ser útiles para crear un programa educativo dedicado a la prevención del abuso y de la explotación.

Empezar joven

Las cuestiones de sexualidad comienzan a edad temprana, y la educación durante estos primeros años crea una base sobre la que puede construirse todo lo demás. Algunas de las áreas que ayudarán en las actividades educativas en prevención de abuso incluyen la curiosidad sobre los cuerpos de otras personas (niños y adultos), nombres y función de partes corporales y comportamiento en baños públicos. Además, éste es el momento de hacer que los niños se sientan confortables al hablar con sus padres o con quienes los cuidan sobre cuestiones personales. Este nivel de confort —establecido a una edad temprana— resultará muy útil conforme el niño pase por la adolescencia y la edad adulta joven. A pesar de lo que podamos pensar, la investigación a nivel nacional sugiere de manera constante que los adolescentes sí quieren discutir estos asuntos con sus padres, y que la comunicación adulto-niño resulta efectiva al reducir el riesgo de los comportamientos sexuales.

Conozca a la gente que interactúa con su hijo.

Tristemente, la mayoría de los agresores no son gente extraña, sino personas que conocen a sus víctimas: amigos de la familia, vecinos, proveedores de servicios, etc. Si alguna situación no parece adecuada, confíe en sus instintos e intervenga. Un recurso que puede encontrarse en Internet (en inglés) está en http://www.sexoffender.com; proporciona una base de datos que puede consultarse por estado, así como una guía sobre la Ley Megan (Megan’s Law) (no vaya a teclear accidentalmente “sexoffenders”—en plural—o irá a un sitio web para adultos). Y aunque la vigilancia es importante, probablemente no haya necesidad de sospechar demasiado de todo el mundo que interactúa con niños. La vasta mayoría de amigos, vecinos y proveedores de servicios son gente cuidadosa que nunca pondría en riesgo la seguridad de un niño ni su bienestar.

Asegúrese de que las habilidades son generalizadas.

Al enseñar habilidades de prevención de abuso, utilice los mismos métodos que ayudan a asegurar que las habilidades son generalizadas —enseñe las habilidades en múltiples lugares y escenarios, con múltiples personas y en diversos momentos del día y de la noche. Un componente significativo de la adquisición de habilidades es hacer una prueba para determinar si la habilidad realmente se ha dominado y generalizado. No asuma que un niño se comportará de manera determinada si ha demostrado la habilidad en un escenario artificial con adultos conocidos. Usted quizá necesite establecer una situación en la que el niño pueda demostrar el dominio en un escenario que no le sea familiar con personas desconocidas.




Enseñe terminología, incluyendo jerga.

Puede ser difícil para una persona transmitir información acerca de abuso o de maltrato si carece de una forma para comunicar esto con claridad. Es importante desarrollar vocabulario relativo a partes del cuerpo y las palabras de acciones son un paso importante para proporcionar al individuo un sistema de comunicación que dure toda la vida. También podría ser necesario atender específicamente el uso de jerga. Por ejemplo, una persona que no conozca el uso de términos ampliamente usados para nombrar los genitales y los actos sexuales, es más vulnerable debido a su falta de sofisticación, incluso si sabe los términos “médicos” apropiados para los mismos.

Respete la privacía; e insista en que otros también lo hagan.

Es importante que le proporcionemos a los niños con discapacidades importantes el mismo respeto y dignidad que le damos a todas las personas. Podría ser necesario enseñar el concepto de pudor; asegúrese de que esta educación respete los valores y las normas de la familia individual. Para los niños que requieran de ayuda con sus actividades cotidianas, las cuestiones de privacía y pudor pueden complicarse por situaciones en las que los adultos e incluso los compañeros les proporcionan ayuda con sus necesidades de cuidado físico que requieren de contacto físico íntimo. Una manera de manejar esto, desde una edad temprana, es pedirle a la persona permiso antes de ayudarle en tareas íntimas o que invaden su privacía. Si pedir permiso se establece pronto y de manera consistente, la persona que recibe la ayuda sentirá que está en control de su cuerpo, y en control sobre dónde y por quién es tocada.

Enseñe comportamientos apropiados.

Queremos enseñarles a nuestros hijos y alumnos a actuar de la misma manera que esperamos que otros lo hagan cuando interactúen con ellos. Por ejemplo, queremos que nuestros niños resistan en caso de que otra gente trate de tocarlos en lugares inapropiados de sus cuerpos. Esto será difícil de enseñar si a los mismos niños se les ha permitido tocar a otros en los mismos lugares. La meta es establecer normas, para que los comportamientos fuera de ellas sean vistos claramente como tales.


ESTRAGOS O CONSECUENCIAS DEL ABUSO SEXUAL INFANTIL

Es más importante lo que sucede alrededor del evento traumático que la experiencia en sí misma. El apoyo en la familia, la credibilidad que ofrece, el apoyo psicológico recibido, la eficiencia del mismo, la distancia del ofensor, la exposición a ulteriores abusos, el tratamiento público que le den al caso, la denuncia y detención del victimario ayudarán a sanar la herida del abuso sexual, pero la ausencia de esta red, hará más difícil o imposibilitará la recuperación del o la pequeña maltratada.
El valor exagerado de lo familiar resulta en este problema ser un muro para ver el sufrimiento infantil. Antes que éste, en una sociedad de apariencias, importan los adultos el prestigio de figuras de autoridad, el parentesco, el qué dirán, el buen nombre de las familias.

A corto plazo

Existe una cultura alrededor de los sexos en la interpretación del abuso. El efecto depende a cual pertenezcan. Las niñas responden con ansiedad, su autoestima se reduce. A diferencia, los niños reaccionan con desadaptación social y fracaso escolar.

La cultura del silencio y el secreto en torno a la violencia sexual infantil ha causado que las víctimas sufran lo que se ha llamado Síndrome de Acomodación al abuso que tiene varias etapas:
En la primera se observa impotencia que conduce al sometimiento irremediable. Los niños reconocen su indefensión y se rinden ante el ofensor.
La segunda involucra el silencio ante amenazas o miedo al victimario. El abuso en consecuencia se guarda en secreto durante años.

La tercera supone acomodación al abuso que puede convertir a la víctima en pareja del agresor.
Durante la cuarta etapa se da la revelación del secreto, cuando se ha desarrollado seguridad y confianza en una persona que puede ayudar a liberar esta condena. También cuando la víctima ha crecido lo suficiente y se siente fuerte para enfrentar públicamente el abuso.

En la quinta etapa puede darse una retracción por miedo, vergüenza o culpa si no existe una buena intervención de ayuda.
Si no existe un adulto sensible cerca el abuso puede perpetuarse sin que nadie se dé cuenta. En el marco del secreto en algunos casos pueden inhibirse hasta síntomas. En otros pueden presentarse pesadillas, alteraciones del sueño, falta o exceso de apetito, enuresis (pérdida del control urinario), encopresis (pérdida de control de heces fecales).

Los síntomas también son conductuales. Las fugas de casa, el abuso de alcohol y drogas, los intentos de suicidio o comportamientos autodestructivos son algunos de las reacciones que se han observado como parte del drama del abuso sexual infantil. Así como la hiperactividad y el fracaso escolar.
Los síntomas emocionales pueden ser los que más dañan a los y las chiquitas que sufrieron violencia sexual. El miedo, la culpa y vergüenza, el aislamiento se relaciona con la ansiedad y depresión padecidas. Persiste un concepto negativo de sí misma y baja estima, reacciones de una cobardía sentida injustificadamente.
Por si fuera poco, la sexualidad se cimbra para siempre. El abuso sexual conduce a una precocidad sexual, un comportamiento inapropiado acompañado de masturbación a ratos compulsiva. Puede presentarse exhibicionismo, problemas de orientación sexual. Ciertos chicos violentados sexualmente pueden incurrir en el abuso a otros más pequeños.


Los síntomas sociales expresan involución: aislamiento y conductas antisociales.
Cuanto más temprano es el abuso mayores estragos tendrá para las víctimas psicológicamente. Los síntomas perseveran y se convierten en patologías a largo plazo si el abuso pasó inadvertido, sucedió de un familiar muy cercano o se repitió mucho tiempo.
El abuso infantil provoca a largo plazo padecimientos crónicos como hipocondría, alteraciones de sueño, pesadillas, problemas gastrointestinales, desórdenes alimenticios, especialmente bulimia.
Respecto a la conducta, los intentos de suicidio pueden persistir a lo largo de la vida como el abuso de alcohol y drogas, inclusive puede provocar un trastorno psicótico.

Las y los adultos que fueron abusados en la infancia tienen una predisposición a ser depresivos, ansiosos.
Las consecuencias del abuso afectan su vida sexual. Pueden sufrir fobias y disfunciones sexuales. Existe en ellos una profunda inseguridad, desconfianza y miedo que les impide construir una intimidad compartida.
Pero probablemente la huella del abuso más fuerte con la que deben trabajar las víctimas adultas es su revaloración personal para evitar que se repitan malos tratos o violencia.
El tratamiento psicológico oportuno y el seguimiento a las víctimas es el mejor remedio que pueda revertir los estragos de esta infamia.





ORIGEN DEL PROBLEMA DEL ABUSO SEXUAL INFANTIL

En los factores compensadores sucede lo mismo: existen factores relacionados con el ambiente familiar que suponen una protección constante, como la comunicación intrafamiliar o unas determinadas pautas de cuidado, y otros que surgen, como las experiencias de satisfacción provenientes del cuidado del niño.

<!--[if !supportLists]-->1.   <!--[endif]-->INDIVIDUALES

-Factores parentales:- Historia de malos tratos o abandono. En concreto, tener una madre con historia de abuso sexual infantil.

- Rechazo emocional en la infancia.- Carencia de vinculación afectiva en la infancia o de cuidado.- Ignorancia sobre las características del desarrollo evolutivo y sexual del niño y sus necesidades.- Historia de ruptura familiar.- Bajo nivel de inteligencia.
- Pobre autoestima.- Falta de capacidad empática.- Pobres habilidades sociales.- Poca tolerancia al estrés.- Problemas psicológicos.- Madre enferma, discapacitada o ausente del hogar.-Factores relacionados con las características del niño:- Introvertido.- Aislado socialmente.- Problemas de conducta.- Temperamento difícil.- Discapacidad física o psíquica.



















FAMILIARES

-Relación padres-hijos:- Desadaptada.- Ciclo ascendente de agresión.- Técnicas de disciplina coercitiva.
- Falta de vinculación afectiva.-Relación de pareja:- Conflicto conyugal.
- Violencia y agresión en la pareja o hijos no deseados.-Configuración familiar:- Tamaño excesivo familiar.- Familias mono parentales.


3. SOCIOCULTURALES

-Ámbito laboral.
- Desempleo.
- Pobreza.- Pérdida de rol.- Insatisfacción laboral o tensión en el trabajo.-Red psicosocial de apoyo:- Aislamiento.- Pérdida.- Alta movilidad- Escasa integración social.
-Factores culturales:- Legitimación de la violencia.
- Aceptación del castigo físico.- Actitud hacia la infancia, hacia la mujer y la familia.
- Vulneración de los derechos de la infancia.

ETIOLOGÍA


En el abuso sexual hay tres componentes importantes: víctima, abusador y proceso de abuso. Cada uno de ellos reúne una serie de características que ayudan a identificarlos mejor.











ABUSO SEXUAL INFANTIL

 

El fenómeno del abuso sexual infantil es un problema que han soportado los niños y niñas desde siempre y en todas las culturas y que hasta nuestros días es negado o subvalorado por las circunstancias en que se produce.
El maltrato sexual a menores es una forma de maltrato infantil. Cualquier niño de cualquier edad y clase social puede ser víctima de abusos sexuales no siempre evidentes, pues puede tratarse de actos violentos, pero también el agresor se puede servir de promesas o amenazas para ejecutar actos que no dejan huella, o que no implican contacto físi­co. Además, el abuso sexual infantil comprende formas como la explotación sexual, el turismo sexual con menores y la pornografía infantil.
El abuso sexual suele provocar problemas psicológicos-emocionales que pueden aparecer inmediatamente después de la agresión, en la adolescencia si se produjeron en la niñez o incluso en la edad adulta si el paciente no recibió el tratamiento y las ayudas necesarias. La víctima de abuso sexual se siente teme­rosa y no necesariamente comunica el hecho con palabras. También puede expresarlo con cambios en su conducta, temores nocturnos, aislamiento y, sobre todo, muchos niños expresan el gran temor a no ser creídos o a ser culpados o castigados.
 Los servicios de Pediatría y de Salud mental tienen un papel relevante en la prevención, diag­nóstico y atención de las víctimas abuso sexual infantil, así como de las consecuencias, secuelas físicas y psicoemocionales que este deja. También, tienen función en la orientación a la familia sobre las implicaciones legales que este acto conlleva, la notificación obligatoria y el seguimiento individual y sistemático a cada caso. Es necesario facilitar un tratamiento inte­grado que implique a la víctima, al agresor y a sus respectivas familias.El abordaje de este problema requiere el trabajo en equipo multidisciplinario con pro­fesionales idóneos, no solo conocedores del problema, sino con un gran compromiso para trabajar con el niño o niña afectada, sus familias y su entorno en general.




Definición El abuso sexual constituye una de las princi­pales causas de maltrato infantil, que por sus implicaciones sobre la dignidad de la persona, la genealogía familiar, los efectos morales, sociales y psicológicos merecen un estudio aparte. El abuso sexual se define como la utilización de un niño o niña con la finalidad de satisfacer o gratificar sexualmente a un adulto o grupo
Adultos. Este se puede presentar en forma de abuso sexual propiamente dicho, generalmente propiciado por una figura cercana, de autori­dad o cuidador. Cuando es practicado por un familiar consanguíneo se conoce como incesto. Otra forma de abuso sexual es producida por un agresor desconocido por el niño o niña y se denomina ataque sexual. Un tercer tipo es la explotación sexual, en la que el niño o niña son utilizados como objetos comerciales. Comprende la prostitución infantil, la pedofilia, el tráfico de niños para turismo sexual y la pornografía con presencia del niño o a través de Internet. También se puede dar en el interior de la familia. Los tres criterios más utilizados para estable­cer el concepto de abuso sexual infantil son: • Asimetría de edad de la víctima y del agresor

• Coerción: las conductas que el agresor pone en juego para someter a la víctima
• Tipo de conductas sexuales que tienen lugar entre ambos Asimetría de edad La diferencia en edad entre la víctima y el agresor impide la verdadera libertad de decisión y hace imposible una actividad sexual común, ya que los participantes tienen experiencias, grado de madurez biológica y expectativas muy diferentes. Esta asimetría supone en sí misma un poder que vicia toda posibilidad de relación igualitaria. Coerción El uso de fuerza física, presión o engaño deben ser considerados, por sí mismos, criterios sufi­cientes para que una conducta sea etiquetada de abuso sexual a menores, independientemente de la edad del agresor. Tipos de abusos sexuales a menores Siempre que exista coerción o asimetría de edad (o ambas cosas a la vez) entre una persona menor y cualquier otra, las conductas sexuales deben ser consideradas abusivas. Estas se pueden manifestar de la siguiente manera: • Con contacto físico Violación: penetración en la vagina, ano o boca, con cualquier objeto Penetración digital: inserción de un dedo en la vagina o en el ano Penetración vaginal o anal con el pene Penetración vaginal o anal con un objeto Caricias: tocar o acariciar los genitales de otro, inclu­yendo el forzar a masturbar para cualquier contacto sexual y exceptuando la penetración Sodomía o conductas sexuales con personas del mis­mo sexo Contacto genital oral Involucramiento del niño en contactos sexuales con animales
Sin contacto físico Propuestas verbales de actividad sexual explícita Exhibicionismo: acto de mostrar los órganos sexuales de una manera inapropiada Obligar a los niños a ver actividades sexuales de otras personas. Ejemplo: padres u otras personas que im­pliquen a los niños en la observación de coito o ver pornografía Falsas alegaciones en procesos de divorcio
Explotación sexual Implicar a menores de edad en conductas o activida­des relacionadas con la producción de pornografía Promover la prostitución infantil Turismo sexual
Culturales Ablación quirúrgica del clítoris Casamiento de niños sin su consentimiento Rituales satánicos
Factores epidemiológicos Existen algunas circunstancias sociales que facilitan la aparición del abuso sexual:
Vivir separado de los padres biológicos
La pobreza relacionada con la soledad que pre­sentan algunos niños
Abuso sexual infantil • Discapacidad infantil
Alcoholismo y adicciones en alguno de los miembros de la familia
Prostitución en casa
Permanencia temporal de visitas o familiares en casa
Enfermedad mental
Presencia de pacientes sospechosos de infección por virus de inmunodeficiencia humana (VIH)En el Estudio Nacional de Niños efectuado en Estados Unidos en 1987 se encontró que la incidencia de abuso sexual en niñas sin factores de riesgo fue de 6%; en los que presentaban un factor la incidencia ascendía a 9%, dos factores a 26% y se elevaba a 68% con tres o más factores.La información más reciente publicada por UNICEF en su página web y según los datos de Medicina Legal es: en 2001 se practicaron 13.352 dictámenes sexológicos por abuso o violencia, de los cuales 8745 se practicaron en mujeres y 1210 en hombres. El 86% de todos los dictámenes se hicieron en menores de dieciocho años, siendo la edad más afectada la de 10 a 14 años (37%), seguida por la de 5 a 9 años (25%), la de 15 a 17 años (14%) y la de 1 a 4 años (10%). En este tipo de abuso contra menores de dieciocho años Medicina Legal constató que en 78% de los casos el agresor era un conocido del niño o niña, especialmente padre, padrastro u otro familiar. También Medicina Legal viene constatando un aumento de las denuncias en los últimos años: de un total de 10.716 dictámenes en 1997 se pasó a 12.485 en 1999, a 13.352 en 2001 y a 14.208 en 2003.
Alteraciones en las víctimas de abuso sexualEl grado de alteración sufrida por un niño víc­tima de abuso sexual depende de los factores descritos a continuación:
• Tipo de acto sexual: se debe distinguir si el abuso se limitó a besos; caricias de los senos o de los genitales o si se emplearon objetos y si hubo penetración, determinando si la víctima estaba vestida o no y si adicionalmente se practicó sexo oral o anal

• Frecuencia y duración: están íntimamente rela­cionadas con la gravedad de la alteración mental asociada con el abuso o ataque sexual

• Intensidad de violencia utilizada: va desde el convencimiento, pasando por soborno y amena­za, hasta la agresión física. En el caso del conven­cimiento, la víctima se puede sentir complacida, con la probabilidad que se conduzca al menor de edad a la prostitución
• Relación con el agresor: se debe determinar la relación entre la víctima y su agresor. Esta relación puede ser de tipo incesto, por conocido que represente figura de autoridad para el niño, por desconocido o como parte de una red de prostitución o satanismo

• Edad de la víctima: es fundamental considerar este factor por su implicación sobre la super­vivencia, desarrollo posterior o posibilidad de embarazo, entre otros factores

• Número de agresores: este factor puede con­dicionar al niño como culpable de lo sucedido, generando procesos de victimización en edad adulta

• Efectos de la denuncia: este factor debe manejarse con precaución debido a que puede revictimizar al niño por el conflicto familiar generado y la actitud de los miembros de la familia y de otras personas que intervengan en el proceso de atención

• Agresión institucional: la agresión a la que son sometidas las víctimas por parte de los miembros del equipo multidisciplinario para lograr escla­recer los hechos y tomar las medidas respectivas en muchas ocasiones es más humillante para la víctima y su familia que la violación en sí. De allí la importancia de dividir las tareas y determinar los tiempos para la evaluación de las víctimas en el momento y lugar apropiados por la persona adecuada.

La intervención multidisciplinaria coordinada es de gran ayuda para evitar estas situaciones indeseadas La presencia de estas situaciones está relacio­nada con la antigüedad del maltrato, generando en los casos agudos trastornos emocionales con implicaciones en el desempeño en los diferentes contextos, principalmente en el educacional y de aprendizaje. Además, modifica las relaciones sociales. En los casos recurrentes y de larga data pue­den ocurrir trastornos mentales como depresión, suicidio, autoagresiones, pobre autoestima y adicciones de todo tipo. Según la evolución de estos casos recurrentes se puede observar prostitución, dificultades de pareja, aversión a los contactos sexuales y abortos. Algunas víctimas pueden reproducir los ciclos de abuso, sobreproteger a sus niños o enclaustrarse. Finalmente, en el contexto social, las víc­timas pueden presentar conductas violentas y antisociales. Características del agresor Los casos de abuso sexual no presentan un patrón de definición claro con respecto al nivel socioeconómico. Los agresores sexuales de los niños son en 85% de los casos hombres, que se dividen en pedófilos y agresores. Los primeros tienen preferencia por los niños y los segundos por los adultos.

 Los agresores se dividen en regresivos, que permanecen con su preferencia hacia los adultos, pero ante ciertas circunstancias hacen regresiones a edades más tempranas y terminan buscando relaciones con niños. El otro tipo de agresores tiene fijaciones en niños y una prefe­rencia por ellos y se relacionan con adultos que se visten con prendas de niños. Los patrones más frecuentemente utilizados por los agresores son la seducción, la introver­sión y el sadismo. En el caso de la seducción, el agresor utiliza en forma sistemática halagos, caricias y regalos, para disminuir la resistencia de los niños y poder efectuar el abuso sexual. El segundo patrón es el introvertido, en el que el agresor, por sus dificultades para entablar relaciones interpersonales, busca congraciarse con alguien que tenga niños o busca trabajar en instituciones donde haya, por lo general, niños muy pequeños y espera la oportunidad para abusar de ellos. El tercer patrón es el sádico, agresor que busca satisfacción mediante producción de dolor en la víctima. En nuestro medio, estas características no han sido bien determinadas. En el caso de las acusa­ciones, el comportamiento está mejor definido. El agresor, por lo general, utiliza los siguientes mecanismos de defensa:

desmentir, minimizar, justificar, elaborar, simular enfermedad mental, simpatía, agresión o confusión. En cuanto a desmentir, el agresor trata de negar y acusar al niño o sus padres de fantasiosos. En caso de admitirlo, busca inmediatamente jus­tificación y como estrategia para mitigar el castigo aclara que no ha recibido satisfacción sexual. La minimización es un mecanismo con el cual se busca hacer ver como insignificantes las acciones y le frecuencia de las mismas en el caso de eventos repetidos. En la justificación se culpa el niño de seducir al agresor o de provocarlo, o se justifica en el caso de los niños dedicados a prostitución por el hecho de estar en ella, aduciendo desconocer la edad de la víctima.
 

En la elaboración se busca confundir movien­do los argumentos dentro de un contexto que busca justificar, minimizar y negar las acciones. Muchos de los agresores sexuales pueden o simulan tener enfermedad mental. De allí la importancia de una evaluación psiquiátrica de estas personas. En el caso de la confusión, el agresor reco­noce la falta pero trata de conmover apelando a la compasión del entrevistador aduciendo situaciones de soledad o falta de solvencia económica, entre otros pretextos. Una vez que se determine si el abusador es conocido o familiar se debe proceder a informar a las autoridades y, en caso de falta de garantías para la víctima, se debe solicitar medidas de protección. Algunos agresores, por lo general muy experimentados en la seducción, buscan agradar al entrevistador como un mecanismo para convencerlos de que son unas buenas personas. En el extremo opuesto están aquellos agre­sores que piensan que un buen ataque es la mejor defensa y amenazan al entrevistador con demandarlo por dudar de su reputación, con tendencia a ser violentos. Elaboración de la historia clínica y evaluación de pacientes con sospecha de abuso sexual Los objetivos de la evaluación de una posible víctima de abuso sexual son:

Identificación de lesiones de importancia médica
Recolección de evidencia
Detección y profilaxis de enfermedades de trans­misión sexual (ETS)
Detección de embarazo
Apoyo emocional y orientación psicológica
Apoyo legal Identificación de lesiones de importancia medícala evaluación debe ser lo más rápido posible para obtener evidencia antes de las 72 horas y lo más corta y discreta posible, para no maltratar a la víctima. Es esencial brindar medidas de protección a aquellas víctimas en las que se sospeche que no existen garantías para perma­necer en su núcleo familiar. La metodología recomendada para proceder al examen debe tener en cuenta la idoneidad del examinador, el consentimiento informado para evitar situaciones engorrosas y para hacer sentir a la víctima que tiene el control sobre el examen.

Este examen debe hacerse con la mayor discreción posible, en un área privada y debe contar con un miembro del equipo de salud del mismo sexo en el caso de las niñas, que sirva como colaborador y testigo. En la medida de lo posible debe acompañar a la víctima un familiar a no ser que la paciente diga lo contrario. La información obtenida durante la entre­vista se debe registrar de la manera más literal posible, siendo preferible registrar de manera textual el testimonio de la víctima. En la entre­vista se debe obtener información demográfica, el nombre o descripción del presunto agresor y su relación con la paciente, las circunstan­cias en que ocurrieron los hechos, el lugar, las particularidades de la relación sexual, si hubo violencia física, eyaculación y otras circunstan­cias después del abuso. Igualmente, se debe obtener información relacionada con la menarquía, los ciclos menstruales, relaciones sexuales previas con con­sentimiento o sin él y se debe averiguar sobre la posibilidad de un embarazo, enfermedades venéreas, consumo de drogas o alcohol por el paciente y el agresor. Se deben establecer las condiciones del entorno del niño y el estilo de vida, que debe contrastarse con los factores de riesgo para determinar los indicadores de mayor especifi­cidad e importancia.

El ambiente en que se desempeña el niño y el examen debe procurar dar apoyo al testimonio del niño y, por sí solos, no son concluyentes de abuso. Esto debido a que con base en el examen físico se podrían escapar 60-70% de casos que no presentan evidencia física a pesar de existir abuso. Lo anterior ocurre por la facilidad de cicatrización; la alta concentración de estrógenos, que hace que el himen sea muy elástico y porque muchas de las víctimas ya han tenido relaciones sexuales previas con consentimiento. No se debe olvidar que muchos de los niños niegan el abuso. El proceso para averiguar lo que sucedió puede demorar y no se debe presionar al niño para que mencione el nombre del agresor. Este debe salir de manera espontánea, lo cual facilitará entender las condiciones en que ocurrió el abuso. La información más importante será revelada por la víctima al miembro del equipo con quien mejor empatía establezca.

 De allí la importancia de la aproximación multidisciplinaria, según la cual el equipo se debe repartir las tareas de aproximación para evitar redundancia, recelo y confusión en la información suministrada a los entrevistadores. Para el examen de los niños se recomienda contar con los siguientes elementos: una lupa, espéculo, colposcopia, lámpara de Wood y los implementos para recolección de muestras como saliva, semen, cabellos y aquellas para estudio de enfermedades de transmisión sexual. Durante el examen se debe recolectar la ropa en papel manila, poniendo aparte la ropa interior de la víctima, lo cual sirve para buscar información que ayude a aclarar los hechos a los investigado­res. Se recomienda anotar si esta ropa es la que llevaba en el momento del abuso y determinar si la misma ha recibido algún tratamiento, pues es frecuente que la víctima se bañe y lave su ropa después del episodio de abuso. La importancia del examen radica en la obtención de muestras de semen, cabellos y otros elementos a los que le puedan practicar estudios genéticos de ADN y de grupos sanguí­neos, entre otros estudios. Al observar las lesiones hay que determinar si estas son recientes o antiguas.

Se deben ubicar y dibujar, anotando el tamaño y coloración y, en la medida de lo posible, fotografiar. Estas fotografías deben manejarse con gran discreción para evitar que la víctima se sienta en escarnio público. Se deben buscar lesiones extra genitales, como excoriaciones, laceraciones, eritemas o signos de ligadura. Estas lesiones ocurren en 27% de las víctimas. En los lugares en que se sospeche presencia de saliva, hay que recolectar muestras en solución salina que se deben guardar en tubo de ensayo para pruebas. Si se tiene una lámpara de Wood se debe buscar semen, que se identifica por su color azul verdoso o anaranjado.

 De este material se deben tomar por lo menos dos muestras con hisopo, aplicándolas sobre una lámina y se fijan y se secan preferiblemente con un secador. Las muestras de cabello son necesarias para implicar o descartar sospechosos, por lo cual se debe obtener muestra de unos veinte cabellos, incluyendo los de la víctima. En el área genital se debe tomar muestra de la región del pubis, cortando algunos vellos púbicos, que deben ponerse en papel servilleta. Además, se recomienda tomar muestra de la cavidad oral, de los espacios interdentales y de las encías.


Para el examen genital se debe poner a la niña o niño acostado con las piernas en posición de batracio para el examen de los genitales exter­nos o en posición prona con lordosis máxima y relajación de los músculos abdominales. 

ABUSO SEXUAL INFANTIL


PREVALENCIA DEL ABUSO SEXUAL INFANTIL


Es indudable que los abusos sexuales infantiles existen, y que son una lacra para cualquier sociedad. No obstante, carecemos de datos fiables sobre la incidencia del abuso sexual infantil. En general, podemos afirmar que en la mayoría de los casos los datos estadísticos que se proporcionan sobre este tipo de delitos tienden a exagerarse. Probablemente sin razón, pues un solo caso ya sería suficiente como para hacer todo lo posible para evitarlo. Así, podemos ver cómo se afirma que una de cada cuatro niñas y uno de cada seis niños, antes de los 17 años, habría sufrido al menos un episodio de violencia sexual. Algunos medios incluso nos dicen que este dato sólo representaría la punta del iceberg, "dado que la mayoría de los casos de abuso sexual en la infancia tiende a ocultarse". De ser correctos estos datos estaríamos hablando de una auténtica epidemia de agresiones sexuales en menores. La pregunta es ¿de dónde surgen estos datos? En la mayoría de las ocasiones son estimaciones sesgadas por las expectativas o basadas en inferencias sin un estudio riguroso detrás. Lo primero que deberíamos considerar al analizar estas estadísticas es cómo se define agresión sexual, ya que en los delitos contra la libertad sexual se engloban una gran cantidad de hechos punibles. Desde una violación, hasta los insultos ofensivos de carácter sexual. Obviamente, no es lo mismo afirmar que "el 25% de las niñas ha sufrido una violación", que "el 25% de las niñas se ha sentido ofendida por insultos de carácter sexual en al menos una ocasión". El alarmismo que generan esos datos claramente va en contra de las víctimas reales de agresiones sexuales, pues los casos particulares se diluyen en el conjunto y los escasos recursos disponibles han de repartirse entre todos. Por otro lado, tal y como ha ocurrido en otros países (por ejemplo en Estados Unidos en las décadas de los ochenta y noventa) la alarma social generada ha dado lugar a un incremento de denuncias de casos reales, pero también a falsas denuncias de agresiones sexuales (por efecto de la interpretación sesgada de indicadores ambiguos de abuso y la generación de falsas memorias). Por último, no debemos olvidar que el tratamiento que algunos medios hacen de este tipo de delitos incrementa el número de casos por efecto de imitación.

En contra de lo que desde algunas instituciones se nos ha hecho creer en estos últimos años, los abusos sexuales son una excepción en las relaciones entre adultos y niños. Desde esta perspectiva, el niño y su entorno deben ser capaces de detectar esas situaciones anormales de riesgo y abuso.