martes, 11 de junio de 2013

ESTRATEGIAS PARA REDUCIR EL RIESGO DE ABUSO SEXUAL INFANTIL



Por Maurice Belote, Coordinador de Proyecto, Servicios de Sordo ceguera de California
Reimpreso con la autorización de publicación cuatrimestral de los Servicios de Sordo ceguera de California
La incidencia de abuso sexual entre las personas con discapacidades es asombrosamente alta y, sin embargo, la prevención de dicho tipo de abuso rara vez se atiende en los programas escolares para estas personas. Enseñar a niños que tienen múltiples discapacidades incluyendo sordo ceguera, requiere con frecuencia creatividad, así como la capacidad de adaptar y de modificar materiales y programas existentes. Al enseñar la prevención de abusos, podría ser inadecuado seguir simplemente los mismos objetivos educativos utilizados con los niños sin discapacidades —no hablar con extraños, alejarse y contárselo a una persona de confianza si alguien está tratando de lastimarte, etc. Para un niño sordociego, la intervención tendrá que abarcar muchos dominios curriculares, incluyendo las áreas de comunicación, de auto ayuda y habilidades de socialización. Las estrategias siguientes pueden ser útiles para crear un programa educativo dedicado a la prevención del abuso y de la explotación.

Empezar joven

Las cuestiones de sexualidad comienzan a edad temprana, y la educación durante estos primeros años crea una base sobre la que puede construirse todo lo demás. Algunas de las áreas que ayudarán en las actividades educativas en prevención de abuso incluyen la curiosidad sobre los cuerpos de otras personas (niños y adultos), nombres y función de partes corporales y comportamiento en baños públicos. Además, éste es el momento de hacer que los niños se sientan confortables al hablar con sus padres o con quienes los cuidan sobre cuestiones personales. Este nivel de confort —establecido a una edad temprana— resultará muy útil conforme el niño pase por la adolescencia y la edad adulta joven. A pesar de lo que podamos pensar, la investigación a nivel nacional sugiere de manera constante que los adolescentes sí quieren discutir estos asuntos con sus padres, y que la comunicación adulto-niño resulta efectiva al reducir el riesgo de los comportamientos sexuales.

Conozca a la gente que interactúa con su hijo.

Tristemente, la mayoría de los agresores no son gente extraña, sino personas que conocen a sus víctimas: amigos de la familia, vecinos, proveedores de servicios, etc. Si alguna situación no parece adecuada, confíe en sus instintos e intervenga. Un recurso que puede encontrarse en Internet (en inglés) está en http://www.sexoffender.com; proporciona una base de datos que puede consultarse por estado, así como una guía sobre la Ley Megan (Megan’s Law) (no vaya a teclear accidentalmente “sexoffenders”—en plural—o irá a un sitio web para adultos). Y aunque la vigilancia es importante, probablemente no haya necesidad de sospechar demasiado de todo el mundo que interactúa con niños. La vasta mayoría de amigos, vecinos y proveedores de servicios son gente cuidadosa que nunca pondría en riesgo la seguridad de un niño ni su bienestar.

Asegúrese de que las habilidades son generalizadas.

Al enseñar habilidades de prevención de abuso, utilice los mismos métodos que ayudan a asegurar que las habilidades son generalizadas —enseñe las habilidades en múltiples lugares y escenarios, con múltiples personas y en diversos momentos del día y de la noche. Un componente significativo de la adquisición de habilidades es hacer una prueba para determinar si la habilidad realmente se ha dominado y generalizado. No asuma que un niño se comportará de manera determinada si ha demostrado la habilidad en un escenario artificial con adultos conocidos. Usted quizá necesite establecer una situación en la que el niño pueda demostrar el dominio en un escenario que no le sea familiar con personas desconocidas.




Enseñe terminología, incluyendo jerga.

Puede ser difícil para una persona transmitir información acerca de abuso o de maltrato si carece de una forma para comunicar esto con claridad. Es importante desarrollar vocabulario relativo a partes del cuerpo y las palabras de acciones son un paso importante para proporcionar al individuo un sistema de comunicación que dure toda la vida. También podría ser necesario atender específicamente el uso de jerga. Por ejemplo, una persona que no conozca el uso de términos ampliamente usados para nombrar los genitales y los actos sexuales, es más vulnerable debido a su falta de sofisticación, incluso si sabe los términos “médicos” apropiados para los mismos.

Respete la privacía; e insista en que otros también lo hagan.

Es importante que le proporcionemos a los niños con discapacidades importantes el mismo respeto y dignidad que le damos a todas las personas. Podría ser necesario enseñar el concepto de pudor; asegúrese de que esta educación respete los valores y las normas de la familia individual. Para los niños que requieran de ayuda con sus actividades cotidianas, las cuestiones de privacía y pudor pueden complicarse por situaciones en las que los adultos e incluso los compañeros les proporcionan ayuda con sus necesidades de cuidado físico que requieren de contacto físico íntimo. Una manera de manejar esto, desde una edad temprana, es pedirle a la persona permiso antes de ayudarle en tareas íntimas o que invaden su privacía. Si pedir permiso se establece pronto y de manera consistente, la persona que recibe la ayuda sentirá que está en control de su cuerpo, y en control sobre dónde y por quién es tocada.

Enseñe comportamientos apropiados.

Queremos enseñarles a nuestros hijos y alumnos a actuar de la misma manera que esperamos que otros lo hagan cuando interactúen con ellos. Por ejemplo, queremos que nuestros niños resistan en caso de que otra gente trate de tocarlos en lugares inapropiados de sus cuerpos. Esto será difícil de enseñar si a los mismos niños se les ha permitido tocar a otros en los mismos lugares. La meta es establecer normas, para que los comportamientos fuera de ellas sean vistos claramente como tales.


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