martes, 11 de junio de 2013

ABUSO SEXUAL INFANTIL


PREVALENCIA DEL ABUSO SEXUAL INFANTIL


Es indudable que los abusos sexuales infantiles existen, y que son una lacra para cualquier sociedad. No obstante, carecemos de datos fiables sobre la incidencia del abuso sexual infantil. En general, podemos afirmar que en la mayoría de los casos los datos estadísticos que se proporcionan sobre este tipo de delitos tienden a exagerarse. Probablemente sin razón, pues un solo caso ya sería suficiente como para hacer todo lo posible para evitarlo. Así, podemos ver cómo se afirma que una de cada cuatro niñas y uno de cada seis niños, antes de los 17 años, habría sufrido al menos un episodio de violencia sexual. Algunos medios incluso nos dicen que este dato sólo representaría la punta del iceberg, "dado que la mayoría de los casos de abuso sexual en la infancia tiende a ocultarse". De ser correctos estos datos estaríamos hablando de una auténtica epidemia de agresiones sexuales en menores. La pregunta es ¿de dónde surgen estos datos? En la mayoría de las ocasiones son estimaciones sesgadas por las expectativas o basadas en inferencias sin un estudio riguroso detrás. Lo primero que deberíamos considerar al analizar estas estadísticas es cómo se define agresión sexual, ya que en los delitos contra la libertad sexual se engloban una gran cantidad de hechos punibles. Desde una violación, hasta los insultos ofensivos de carácter sexual. Obviamente, no es lo mismo afirmar que "el 25% de las niñas ha sufrido una violación", que "el 25% de las niñas se ha sentido ofendida por insultos de carácter sexual en al menos una ocasión". El alarmismo que generan esos datos claramente va en contra de las víctimas reales de agresiones sexuales, pues los casos particulares se diluyen en el conjunto y los escasos recursos disponibles han de repartirse entre todos. Por otro lado, tal y como ha ocurrido en otros países (por ejemplo en Estados Unidos en las décadas de los ochenta y noventa) la alarma social generada ha dado lugar a un incremento de denuncias de casos reales, pero también a falsas denuncias de agresiones sexuales (por efecto de la interpretación sesgada de indicadores ambiguos de abuso y la generación de falsas memorias). Por último, no debemos olvidar que el tratamiento que algunos medios hacen de este tipo de delitos incrementa el número de casos por efecto de imitación.

En contra de lo que desde algunas instituciones se nos ha hecho creer en estos últimos años, los abusos sexuales son una excepción en las relaciones entre adultos y niños. Desde esta perspectiva, el niño y su entorno deben ser capaces de detectar esas situaciones anormales de riesgo y abuso.

 

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